EL DÍA QUE MI ABUELA PARTIO
Hacía seis años que no regresaba a Argentina.
Seis años que no veía a mi abuela María.
Del avión tomé un taxi, después autobús y otro taxi.
Llevaba la mochila pesada de cámaras y sentimientos.
Mi abuela estaba internada en el Sanatorio de Dolores.
La ví. Ella tenía la mirada perdida. No me reconoció hasta ver a mi mamá a mi lado.
Su deterioro fue inminente así como su pronta partida.
Al tercer día, mientras caminaba por las vías del tren recibí la llamada de que mi abuela finalmente había partido.
Lo que pasó después, fueron unos difusos recuerdos de los días más fríos de aquel invierno.